Severidad
Os condeno a cagar de mañana y de noche
leyendo periódicos atrasados y novelas amargas,
os condeno a cagar arrepentimientos y melancolias
y suaves atardeceres amarillos.
Os condeno a cagar en corset y en camisa
en vuestras casas llenas de bicicletas y canarios,
con vuestras posaderas azules y calientes
y vuestros lamentables corazones a plazos.
De un mundo hundido salen cosas siniestras:
aparatos mecánicos y perros sin hocico,
embajadores gordos como rosas,
cigarrerías negras y cisnes averiados.
Yo os condeno a la noche de los dormitorios
interrumpido apenas por irrigadores y por sueños,
sueños como eucaliptos de mil hojas
y raíces mojadas en orines y espumas.
No me dejeís tocar vuestras aguas sedentarias
ni vuestras reclamaciones intestinales, ni vuestras religiones,
ni vuestras fotografías prematuramente colgadas:
por que yo tengo llamas en los dedos,
y lágrimas de desventura en el corazón,
y amapolas moribundas anidan en mi corazón
como depósitos de sangre infranqueable.
Y odio vuestras abuelas y vuestras moscas,
odio vuestras comidas y vuestros sueños,
y vuestros poetas que escriben sobre "la dulce esposa",
y "las felicidades de la aldea":
en verdad merecéis vuestros poetas y vuestros pianos
y vuestros desagradables enredos a cuatro piernas.
Dejadme solo con mi sangre pura,
con mis dedos y mi alma,
y mis sollozos solos, oscuros como túneles.
Dejadme el reino de las largas olas.
Dejadme un buque y un espejo.
*Y si alguno se lo pregunta SÍ este es el mismo poeta que alguna vez dijó: " Puedo escribir los versos más tristes esta noche..."